Día de todos los santos: celebrando la vida después de la muerte
1 de Noviembre: Día de todos los santos y vísperas de los Fieles Difuntos
La celebración del día de todos los santos resulta del sincretismo cultural y religioso que hubo a la llegada de los españoles al continente americano. Y aunque la tradición cambia en cada país latinoamericano, en Argentina, particularmente en el norte del país, la festividad refleja tonos de aquellos pagos y es un día de gran importancia.
El primero de noviembre se levanta un altar para conmemorar al difunto. Se llena con los platillos favoritos y las bebidas que más le gustaban al deudo. Minuciosamente se acomoda la comida, velas, fotografías y pertenencias del finado.
Por lo general la ofrenda se arma en casa y se espera que el alma del difunto vuelva al mundo para degustar toda la comida que se le ha preparado, en compañía de sus familiares.
Se elaboran panes artesanales con formas de escaleritas, cruces, llamas, ángeles y niños, que sólo se preparan en esta época del año y son muy ricos. Entre los principales platillos están los locros, asados, empanadillas de cayote, rosquetes, vino, tamales, humitas.
El altar se puede decorar con flores de colores (violetas y negras) para los adultos o blancas para los niños.
La familia espera el regreso del difunto, sentados cerca del altar y festeja el ritual durante tres años consecutivos. Simbolizando cada uno, una etapa diferente en el duelo: en el primer año reina la consternación y el respeto, manteniendo vivo el recuerdo del difunto. En el segundo hay un ambiente más cálido y la reunión se torna más amena y divertida con relatos alusivos. En el tercer y último año se realiza el despacho del alma donde se despide al alma y se termina el duelo de una manera original y tranquila.
Al día siguiente, el 2 de Noviembre, continúa el festejo con el día de las almas.
Las calles de Jujuy se tornan místicas y silenciosas. Los cementerios y las calles se decoran con flores y velas al caer la noche. Una tradición para mantener y compartir.